Oaxaca de Juárez, Oax. 11 de septiembre de 2019.- Uno de los principales retos del combate a la corrupción en México es comunicarlo. Y es que el sistema creado para esta lucha es nuevo y complejo. Además, el lenguaje utilizado es técnico y las instituciones que lo conforman han actuado históricamente de forma aislada, dispersa y con mensajes limitados.
Considerando lo anterior, podemos identificar un modelo tipo polígono con tres lados que destacan para comunicar la prevención, la detección, la investigación, la fiscalización y la sanción de actos de corrupción, así como la existencia de las instituciones que lo combaten.
El primer gran lado de la figura tiene que ver con la agenda pública, es decir, la comunicación orgánica del problema. Ésa que vemos en los noticiarios, en las mesas de los hogares y en general en la charla diaria. Es la forma más poderosa de comunicar pero no tiene nada que ver con la lucha institucional, sino más bien con los hechos de corrupción cotidianos pequeños y globales de los que la gente habla. Nos referimos a robos del erario, denuncias públicas, grandes casos, políticos y políticas procesadas o encarceladas y el juicio moral que esto representa.
Por otra parte, el segundo gran lado de este polígono corresponde a la comunicación institucional existente. Aquella que se da desde el interior de los órganos públicos, principalmente los pertenecientes a los Sistemas Nacional y Locales Anticorrupción, así como desde los grandes corporativos empresariales o las Organizaciones de la Sociedad Civil. Aquí los mensajes son, por lo regular, técnicos y verticales. Se informa del trabajo que hacen las instituciones o se explica el fenómeno desde un discurso formal con un alcance limitado a las audiencias que tenga o pueda construir cada organización.
Y el tercer gran lado de este polígono comunicacional anticorrupción es el construido a través de sinergias y vinculación interinstitucional que difunde el fenómeno, el sistema que lo combate y los elementos de su lucha en general con esfuerzos sólidos, estructurados y permanentes de distintos actores con lenguajes propios en audiencias diversas y específicas, lo que fortalece el alcance, da eficacia, teje redes, además de dispersar esfuerzos y recursos.
Por ejemplo, cuando la Auditoría Superior de la Federación comunica técnica e institucionalmente los resultados de sus revisiones, no existe el mismo impacto y eficacia hasta que se incluye en la agenda pública con otro lenguaje. Es así como trascendió la estafa maestra que es un ejemplo básico del resultado de un ejercicio interinstitucional de comunicación entre medios, ciudadanía y sistema.
*Jorge Oropeza. Presidente del Colegio de Profesionistas Compartir Conocimiento A.C.
