Oaxaca de Juárez, Oax. 22 de octubre de 2019.- La televisión ha sido por décadas el medio más poderoso del mundo. Ha construido y destruido realidades, personajes, hábitos y productos culturales. Existen cuatro rasgos para definirla.
Uno de ellos es su naturaleza. Y es que aquí se mezclan textos, imágenes en movimiento, audios y gráficos, facilitando el proceso comunicativo y provocando diversas emociones. La televisión como medio va más allá de un producto audiovisual insertado en plataformas digitales. La tele se transmite y no se descarga, además sube a satélite y baja al momento a millones de aparatos receptores.
El impacto y penetración de este medio es fundamental también. Y es que, en este momento en México, el 92.9% de la población cuenta con una televisión, es decir, 32.2 millones de hogares tienen este aparato. Ninguna plataforma puede presumir esta presencia con una señal gratuita y abierta. Y si hablamos del mundo, las cosas se dan de la misma forma.
La televisión también representa estatus y poder. Sus costos de producción son elevados. Su acceso como medio concesionado es limitado legal y económicamente. El espectáculo que se promueve en el despliegue técnico de grabaciones y transmisiones vende por sí mismo. Por ello, siempre en el mundo político y empresarial prefieren un solo impacto en esta plataforma a cientos de éstos en otras. Priorizan la presencia de cámaras y cubos en sus actividades.
Pero la crisis por la que atraviesa este medio es innegable. Y es que, tanto la credibilidad que poseía en el siglo XX como la fidelidad de las mediciones de impacto existentes, ya no funcionan igual; lo anterior, debido a la democratización de los contenidos generada por el crecimiento de las redes sociales y la reducción de costos en las producciones audiovisuales. En gran parte, la poca confianza se debe además a la cercanísima relación que por años tuvo este medio con las estructuras de poder y a su vez con la lejanía interactiva que había con las audiencias.
Por lo anterior, hoy por hoy, algunos grupos focales documentan que, si bien sigue siendo la televisión el medio de mayor presencia en los hogares, en cada vez más casos – en zonas urbanas sobretodo – se está convirtiendo en un mueble apagado cuya preferencia y uso han sido rebasados rápidamente por las plataformas digitales.
*Jorge Oropeza. Presidente del Colegio de Profesionistas Compartir Conocimiento A.C.