*Jorge Oropeza
Oaxaca de Juárez, Oax. 9 de marzo de 2020.- Todas y todos tenemos el derecho humano a un buen gobierno. Está en distintas leyes internacionales y mexicanas. Hoy, sin duda, ha llegado el momento de ponerlo en la mesa para su profunda discusión.
Existen diversos autores y autoras que reflexionan sobre el tema y tratan de puntualizar las características de un buen gobierno. Hablan de procesos de modernización, transparencia proactiva, participación ciudadana, uso de las tecnologías, cumplimiento en servicios públicos, crecimiento, gobernanza y otras cualidades que tienen que mejorar y medirse en todos los órdenes y poderes del Estado.
Sin embargo, sintetizándolo en una frase, un buen gobierno – ése al que tenemos derecho y en el que pocas y pocos creen – es aquel que alcanza las expectativas de la sociedad. Es decir, es el que le cumple al pueblo. Y para ello, aquí podemos identificar cuatro momentos en los que las instituciones sociales y públicas pueden enfocarse para transformar realidades y llegar al objetivo.
El primer momento es El proceso electoral. La discusión legislativa y ciudadana debería enfocarse en vincular la selección de candidaturas y los resultados en las urnas con la permanencia de gobiernos con base en proyectos y logros. La revocación de mandato, el plebiscito y el referéndum son avances pero insuficientes. El segundo momento tiene que ver con el acceso a las tecnologías rompiendo las barreras de conectividad y de alfabetización digital. Los gobiernos deben garantizar su desarrollo en gestión, trámites efectivos, participación, transparencia, acceso a la educación, a la salud y a otros derechos marcando el camino para conectar a sus gobernados y gobernadas, mejorando así su calidad de vida.
Si hablamos de un tercer momento es indudablemente la profesionalización del servicio público. Los servicios profesionales de carrera en todos los poderes, órdenes y órganos autónomos son fundamentales. Y es que con mejores funcionarias y funcionarios, filtrados desde su ingreso, capacitados, promovidos por mérito propio e incluso con reglas claras para su separación del cargo, se avanzará en la construcción de un buen gobierno.
Finalmente, el cuarto momento debe enfocarse en el combate a la corrupción para lo cual los tres anteriores y un alineamiento institucional y social de criterios y políticas de prevención, detección y sanción son indispensables. Aquí es clave el desarrollo del Sistema Nacional Anticorrupción.
*Jorge Oropeza. Presidente del Colegio de Profesionistas Compartir Conocimiento A.C.