Lizbeth Flores Barrera
Oaxaca de Juárez, Oax. 7 de noviembre de 2023.- Poder ayudar en el tratamiento contra el cáncer de su papá y mejorar la casa de su mamá, es lo que motivó a Cecilia Peniche a salir de Venezuela junto con sus dos menores hijos y su esposo, sin imaginarse que cruzar México sería más peligroso que atravesar la selva del Darién.
Es el jardín Morelos de la ciudad de Oaxaca, donde Cecilia junto con su familia y más ciudadanos de Venezuela han encontrado un refugio temporal para dormir entre cartones o casas de campaña, mientras juntan el dinero para seguir cruzando el país mexicano en su intento por llegar a los Estados Unidos de Norteamérica, en busca de mejores oportunidades para vivir.
En su país Venezuela, donde el sueldo de un trabajador en promedio es de tres dólares a la quincena, con 40 horas laborales a la semana, ya no encontró las condiciones necesarias para vivir, pues el dinero que ganaba ella y su esposo no les alcanzaba lo suficiente para comer, narra.
Y si no les alcanzaba completamente para su alimentación, menos para ayudar a su padre en su tratamiento contra el cáncer, por lo cual decidió en este año salir de su lugar de origen; sin embargo, lamenta, ese sueño ya no podrá cumplirlo, pues su papá falleció en septiembre de este año, mientras ella transitaba por Sudamérica para llegar a México.
Ahora, cuenta, lo que le impulsa a llegar al país estadounidense es pensar en tener un mejor trabajo e ingresos para una mejor vida para sus hijos, y para poder ayudar a su mamá en tener una mejor casa en Venezuela, donde el gobierno del presidente Nicolás Maduro le quitó a Cecilia su casa por haber salido de allí, y donde “les quita todo a quienes no están a favor de su gobierno”, platica.
Cecilia, de 35 años, con dos títulos de profesionista, uno en contaduría pública y otro en desarrollo empresarial, es una de las migrantes que lleva dos semanas en Oaxaca viviendo en la calle mientras trabaja en los cruceros vendiendo dulces para juntar el dinero para sus pasajes. Su situación sería diferente, cuenta, si al entrar a México un cártel no los hubiese secuestrado y quitado todas sus pertenencias.
Al llegar a México, narra, un cártel secuestró al grupo de migrantes, los hombres armados desnudaron a las mujeres y a todos les quitaron su dinero y demás pertenencias. Cuenta que en ese momento pudo observar la corrupción que existe entre las autoridades de migración y los grupos delincuenciales, y esa “mafia” es lo más peligroso de enfrentar, incluso más riesgoso que cruzar la selva Darién que conecta a Panamá y Colombia.
Mientras cruzaban la selva con miedo por los animales a encontrar, y por los cuerpos hallados de más migrantes que han muerto en el camino, jamás se imaginó que llegar a México sería lo más difícil.
Con tristeza cuenta que ella y su esposo traían el dinero suficiente para pasar México, pero se quedaron sin nada, por lo cual también denuncia que el gobierno del país mexicano es el mismo que provoca esta crisis de migración en territorio nacional, pues si no hubiese mafia, los migrantes pasarían pronto México como sucede en otros países como Honduras donde no encuentran obstáculos para cruzar.
Sin embargo, cuenta, aquí en México se han enfrentado a esta corrupción; lamenta también que en Oaxaca la gente los trate como si fuesen delincuentes, como si tuviesen una enfermedad contagiosa, por eso anhela juntar pronto el dinero para viajar hacia la Ciudad de México, de allí a Monterrey, y después subirse a “La bestia” (el tren) para cruzar la frontera y llegar a Estados Unidos de Norteamérica.
Es una mañana fría y llovizna en la capital de Oaxaca, y Cecilia a pesar de las humillaciones vividas durante el secuestro, se mantiene fuerte por sus hijos: una niña de siete años y un joven de 14 años; anhela en ese momento poder tener una cama, un baño y una estufa donde poder cocinar para alimentar a su familia.
En el mismo lugar, está su hija pintando, y su hermano observando a su alrededor comiendo un bolillo.
Allí está Ivanna también, una joven de 20 años, que salió de Venezuela hace tres años junto con su esposo. A sus 17 años decidió dejar a su abuela y a su papá para encontrar una mejor vida en el país estadounidense debido a que todo se “dolarizó” en su país. Todo se vende en dólares y con el dinero que un ciudadano venezolano gana por su trabajo solo le alcanza para un cartón de huevos, platica.
Si alguien gana 20 dólares no le alcanza ni para comprar un pollo, cuenta. Y al igual que Cecilia, narra que la mayor parte de la ciudadanía de Venezuela está viviendo la crisis económica y la opresión del gobierno, lo que los orilla a salir de su país.
Lleva también dos semanas en Oaxaca, y duerme en la calle, mientras también trabaja en los cruceros para juntar su dinero para pagar sus pasajes. Al igual que Cecilia, ha vivido la mafia en México, explica. Su anhelo también es tener un buen trabajo para ayudar a su familia en Venezuela a tener una mejor casa pues la que tienen ahora es de madera, y a ella le gustaría que su papá y abuela tuviesen un mejor lugar donde vivir.
Tiene claro su objetivo de llegar a Estados Unidos de Norteamérica, aunque en Costa Rica y en Chiapas ha encontrado trabajo vendiendo tortas o limpiando casas, ella sueña con tener un mejor empleo en el país estadounidense. Ivanna también estudió y tiene estudios de médico forense, pero lamenta que esa preparación no le haya servido para poder vivir mejor en Venezuela.
Cuenta también la discriminación que vive en Oaxaca, la corrupción de las autoridades mexicanas, la inseguridad, y a pesar de ello, desea que México no viva la crisis económica que vive hoy su país.
El jardín Morelos, parques anexos y calles del centro histórico de la ciudad de Oaxaca son el refugio temporal de ciudadanos de Sudamérica que han llegado al estado mientras transitan por México en su trayecto hacia los Estados Unidos de Norteamérica. Estos espacios son usados de tal manera ante el cierre del centro de movilidad para migrantes que había instalado el gobierno estatal durante unas semanas en San Sebastián Tutla, municipio conurbado a la ciudad de Oaxaca.
De acuerdo con datos del gobierno estatal, tan solo del 25 de septiembre al 25 de octubre de este año, se contabilizaron 96 mil 985 traslados en los Centros de Movilidad Migratoria ubicados en Juchitán y San Sebastián Tutla.