#EnContexto
Julio Eduardo Manzano Bizuet*
El pasado 10 de marzo, se llevó a cabo la 96ª ceremonia de la entrega de los premios de la Academia. Las dos películas triunfadoras de la noche fueron: “Oppenheimer” y “Pobres criaturas”, llevándose siete y cuatro estatuillas doradas, respectivamente.
Otra cinta que fue la sorpresa esa noche fue Godzilla Minus One, película que se llevó un Óscar en la categoría de mejores efectos especiales. Han sido pocas las películas que cumplen la función de entretener, pero además aportan un mensaje, una reflexión, fijan una postura sobre un contexto histórico determinado.
Gracias a la película dirigida por Christopher Nolan (Oppenheimer), la niñez y la juventud conoce un fragmento de la historia del siglo XX, me refiero a la Segunda Guerra Mundial; sin olvidar el papel que jugaron los principales protagonistas en ese momento como: Robert Oppenheimer; el presidente de Estados Unidos de Norteamérica, Harry S. Truman; Lewis Strauss (personificado por Robert Downey Jr.) que, por cierto, Nolan sembró la duda de que, posiblemente, fue el autor intelectual de John F. Kennedy; Albert Einstein, cuya fórmula E=mc2 sirvió de base para el proyecto Manhattan.
¿Qué relación guardan Oppenheimer y la versión japonesa de Godzilla Minus One? Ambas películas aluden a los peligros y consecuencias que puede traer las detonaciones de las bombas atómicas.
En el caso de Godzilla, tanto en las versiones estadounidenses, como en la japonesa de 2023, explican que el crecimiento anormal de este reptil se debe a la exposición de radiación que conlleva la bomba atómica.
Otra característica que comparten es la política que permea en ambos países. En Oppenheimer, la bomba atómica fue creada por el ejército de los Estados Unidos; por lo tanto, se pagó con los impuestos del pueblo norteamericano; empero, también participaron políticos como Truman, Strauss, entre otros congresistas y secretarios de Estado. En este film hay una escena donde el presidente Truman acepta su responsabilidad por ordenar el bombardeo atómico sobre Hiroshima y Nagasaki.
En este mismo tenor, por lo que respecta a Godzilla, existe una crítica al gobierno encabezado por el emperador Hirohito y por sus ministros, quienes ordenaron a sus Generales y militares sacrificarse por la victoria del imperio nipón, sabiendo que, en caso de no realizarlo, regresarían como cobardes y, en algunos supuestos, les esperaba la pena de muerte.
Como se ha dado cuenta, ambas películas se encuentran ambientadas en la Segunda Guerra Mundial y, en la época de posguerra. En la película japonesa, se retrata cómo el pueblo nipón quiso superar los horrores de la guerra con base en la reconstrucción de sus ciudades y pueblos, los cuales, serán destruidos por el lagarto gigante; sin olvidar la desconfianza al gobierno de Japón.
Mientras que, en la cinta de Nolan, se aborda la investigación y juicio al que fue sometido Robert Oppenheimer, por parte del gobierno norteamericano, ante las sospechas de comulgar con ideas comunistas cuando fue joven y durante su desempeño como profesor universitario.
No hay que olvidar que también en ambas cintas se abordan el papel de la ética en la ciencia, así como los remordimientos de haber construido la bomba atómica. En un fragmento de Oppenheimer, el protagonista Cillian Murphy que encarna al padre de la bomba atómica, repite una frase que proviene del texto sagrado hindú Bhagavad-Gita: “Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”.
Otra escena de la misma película, se retrata la molestia de Albert Einstein cuando Robert Oppenheimer le confiesa que han desarrollado la tecnología para crear una bomba atómica a pesar de las consecuencias nocivas que le explicó el premio nobel de origen alemán.
En el caso de Godzilla, el protagonista que personifica a un piloto kamikaze intenta redimirse por no haberse sacrificado por su país durante la IIGM al estrellar su avión con el monstruo radioactivo.
Esperemos que las siguientes ediciones sigan estas producciones cinematográficas. En este contexto, se puede decir que “ganó el cine”.
