Titulares

Entre flores, dignidad y protesta: así despiden a Sandra Domínguez, defensora ayuuk

Por Paola Flores

Oaxaca, Oax., 30 de abril de 2025.- Sandra no se fue. Sigue en las flores, en las voces que la nombran y en las luchas que abrazó. El 30 de abril de 2025, en un homenaje, familiares, colectivos feministas, compañeras defensoras y amistades cercanas despidieron el cuerpo de la abogada ayuuk Sandra Domínguez Martínez, pero no su legado. Ese, dijeron, es semilla viva que sigue creciendo.

Cubierta con un manto morado, como símbolo de la lucha feminista, Sandra fue despedida entre cantos, flores, incienso y palabras que tejieron su historia: la de una mujer valiente que decidió enfrentar lo indigno con entereza. “Sandra, no venimos a despedirte, sino a saludarte”, se escuchó. Porque hay ausencias que no se entierran: se siembran.

Quienes compartieron su camino tomaron la palabra para hacer memoria. Evitelia Pacheco Ramírez (Red de Mujeres Mariposas Mixes), Nizayeéjh Chávez (Cojudidi), Aline Castellanos (Mujeres Oaxaqueñas Tejiendo Comunidad), la periodista feminista Soledad Jarquín, la diputada Martha Aracely Cruz Jiménez y Yésica Sánchez Maya (Consorcio Oaxaca), fueron algunas de las muchas voces que hablaron de Sandra como lo que fue: defensora, hermana, madre, tejedora de resistencias.

Sandra defendió a mujeres que denunciaron a funcionarios de la administración actual por violencia sexual. En chats de WhatsApp, políticos de Morena compartieron imágenes íntimas de mujeres indígenas. Ella denunció y señaló a los implicados. Además acompañó a familiares de mujeres desaparecidas.

“No es fácil que nos arrebaten a una de nosotras”, expresó con dolor Yésica Sánchez. “Se fue una tejedora, una hacedora. Nos duele, pero también nos fortalece”. Palabras que no buscan consuelo, sino justicia, porque la historia de Sandra también es la historia de la violencia estructural, del machismo institucional y del costo brutal de alzar la voz en un país donde denunciar aún tiene precio.

La diputada Martha Aracely Cruz lo dijo sin rodeos: “Sandra me animó a denunciar. Me agarró de la mano y me dijo que no me quedara callada. Denuncié a Donato Vargas Jiménez porque ella, junto con Yesica y Flora, me acompañaron. Sandra fue víctima, sí, pero también fue fuerza para muchas”.

Su familia también tomó la palabra. Sus hermanas Kisha y Kenia hablaron del amor de Sandra por sus raíces mixes, de su alegría desbordante, de la forma en que acompañaba a otras mujeres, incluso cuando ella misma enfrentaba batallas. Su madre, la señora Aracely, agradeció a los medios que dieron eco a su búsqueda. Recordó que la labor periodística también es vulnerable, también está en riesgo cuando incomoda al poder.

El homenaje, cargado de símbolos y de ternura combativa, cerró con una caravana que acompañó el cuerpo de Sandra hasta San Pedro Ixtlahuaca, donde descansará. Pero su memoria —lo dijeron una y otra vez— no descansará, porque sigue despertando luchas, sigue incomodando estructuras, sigue siendo faro.

“Querida Sandra —leyó Yésica Sánchez— tú eras una de nosotras, las moradas que abrazamos el poder sin miedo al Patriarcado. Hoy queremos cubrir tu cuerpo con una manta morada, porque sabemos que el Patriarcado tiembla cuando las mujeres avanzan al poder.”

Y tembló. Porque Sandra fue el eco de cientos de voces que hoy siguen repitiendo su nombre, que gritan convencidas: ¡Sandra no murió, el Estado la mató!

Colaborador, FDN Oaxaca
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Colaborador, FDN Oaxaca
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