Ciudad de México, 1 de junio de 2022.- Las implicaciones de la guerra entre Rusia y Ucrania van más allá de la región de Europa. Por ello es importante voltear hacia otras partes del planeta, para ver cómo impactará este conflicto en un orbe interdependiente y globalizado, no sólo en los temas económicos, sino también geopolíticos, plantearon expertos en la Universidad Nacional.
Durante el Seminario Universitario de Culturas del Medio Oriente, Carlos Martínez Assad, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Sociales, señaló que si algo está demostrando la invasión rusa en territorio ucraniano es la interdependencia del escenario global.
Rusia y Ucrania representan 23 por ciento de las exportaciones mundiales de trigo y aceite de girasol; su suspensión deriva en una vulnerabilidad para Asia, África y Medio Oriente, e incluso más allá, en el continente americano. En México, empresas como Bimbo han informado pérdidas por ocho mil millones de pesos por esta causa.
La guerra dificultará el suministro de trigo al mundo árabe, afectando principalmente a Egipto, Yemen y Líbano; en el último ya se enfrenta un problema de seguridad alimentaria, y se ha comenzado el racionamiento de harina debido a que ese país importa de la región del Mar Negro más de 60 por ciento del grano necesario para la elaboración de pan.
En el conversatorio Rusia vs. Ucrania. Su impacto en Medio Oriente, Martínez Assad expuso que las exportaciones de petróleo de Rusia cayeron de siete millones de barrilles diarios a sólo un millón. Debido a que el barril de crudo ya rebasó el precio de los 100 dólares (sobre todo el Brent), el alza de los precios de la gasolina ha provocado filas enormes en diferentes países, donde los automovilistas tratan de llenar el tanque antes de que los precios sean impagables.
En Turquía, además, se resiente la guerra en el sector turístico, donde hay pérdidas por cinco mil millones de dólares. Las consecuencias pueden ser tremendas para varios países de esa región. “Incluso Europa en este momento no tiene garantizado el suministro de gas”, concluyó.
Brenda Estefan, analista política internacional en diversos medios de comunicación, alertó que en un momento cuando la seguridad alimentaria ya estaba en crisis por los efectos del cambio climático, los conflictos regionales en Medio Oriente y las guerras en Siria y Yemen, podría complicarse por el aumento del precio del trigo (a niveles históricos), fundamental para la elaboración de pan. “La ausencia de seguridad alimentaria ha jugado históricamente un papel en los levantamientos sociales: es un foco amarillo”.
La especialista recordó que, durante los últimos años, Moscú ha intensificado su presencia en esa parte del mundo, tanto en términos comerciales como de intervenciones militares. “Al ver la retirada creciente de EU, ha buscado participar en algunos conflictos de la zona, no con el afán de solucionarlos, sino de tener más fichas en el tablero internacional”.
Además, detalló, algunos países tienen una posición complicada entre lo que está sucediendo en Ucrania y sus intereses geopolíticos, económicos y militares con Rusia. Por ejemplo, Siria ha servido de campo de entrenamiento para el ejército ruso y de escaparate de su armamento, e Israel es proveedor de tecnología militar para el ejército ruso.
Estefan planteó tres escenarios para este conflicto: la capitulación de Ucrania; una situación intermedia donde los rusos tomen el poder político en ese país, pero haya una guerra de guerrillas; o la derrota de Rusia. Empero, “Vladímir Putin todavía tienen ases bajo la manga”.
Alfonso Zegbe Camarena, director Ejecutivo de Estrategia y Diplomacia Pública de la Secretaría de Relaciones Exteriores, opinó que apenas se están viendo las primeras “ondas expansivas”, las más débiles, de las implicaciones que esto está teniendo a nivel mundial, y no se ha visto lo peor.
En su conjunto, Europa depende en tres cuartas partes del gas y el petróleo que llegan desde Rusia; naciones como Finlandia dependen hasta en 95 por ciento y hoy están “en una enorme encrucijada”. Aunque la compra se pactara con otros países, habría que reconvertir las refinerías para que puedan funcionar con otro tipo de petróleo, explicó.
Finalmente, Luis Martínez, especialista en energéticos, consideró que estamos ante un punto de inflexión. “No se veían tales precios del petróleo desde 2008”. En temas de consumo energético neto, Europa tiene una dependencia de Rusia aproximada de 60 por ciento; de forma individual puede ser de alrededor de 80 por ciento en naciones como Bélgica o Italia.
Hoy, el viejo continente debe ver qué posibilidades reales tiene para cambiar su matriz energética.
Laura Lucía Romero Mireles – Gazeta UNAM